miércoles, 4 de abril de 2007

Barcelona

Tres meses después volví a España, dejaba atras a los tepindro. El vuelo de Jet2 fue tranquilo y llegué al aeropuerto del Prat sin retraso. Allí me recibió mi amiga Meri, me quedé en su casa de Mataró unos días, me sirvió de cauce para poner los pies en el suelo y saber el punto exacto donde hallaba mentalmente. Tras pasar unos días de agobio con los últimos trabajos de la universidad me venía bien un par de días de relax y conocer un poco más Barcelona.
Pude contemplar muchas cosas, como la Casa Batlló, me senté en el banco de madera que hay justo enfrente para levantar mi cabeza y observarla durante quince minutos, friki total. Eso no fue lo más llamativo, fue el huevo, si señor, ese pedazo de huevo de Dalí que hay a la entrada de su museo, enorme y perfecto, quién no querría uno para el recibidor de su casa.
No os voy a enumerar todos puntos interesantes que visité porque se podrían encontrar en Internet muchos de ellos. Lo que si puedo decir es que por fin conocí a Raquel Claus Manent, oh si, una íntima amiga de Meri que esperaba conocer hacía tiempo. Con ella fuimos a beber la misma noche que me la presentaron a un pub irlandés, que contradictorio, venir de Inglaterra y meterme allí. También quedé una tarde con mi amigo Ger a tomar un café cerca de Plaza Cataluña y que me contara como le iban las cosas en su trabajo y demás.
Así fue, un par de días para asimilar que volvía a otra realidad, pese a que las ramblas estuvieran llenas de tepindros aquello no era lo mismo.

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