viernes, 6 de abril de 2007

Regreso a Leeds

Todo lo bueno se acaba: las comidas de mamá, los amigos, el clima. Lo positivo queda por llegar: Londres, mis esperas del bus frente al Town Hall, más amigos y los tepindro.
Pongo fecha a mi regreso, el 8 de enero a las 17:40, a esa hora cojo el vuelo. En esta ocasión aprovecho un par de días que van a pasar mis padres a Barcelona y me acercan en coche.
Llegué con dos horas de antelación al aeropuerto del Prat y me encuentré a Marta. Esta valenciana es amiga de Bárbara, la chica que se vino conmigo a Leeds el primer día. Al segundo día de pisar la ciudad, nos la encontramos en la calle con otras dos valencianas y al estudiar ellas lo mismo, filología inglesa, en la misma universidad, hicieron buenas migas.
Gracias a ella el viaje se me hizo más llevadero entre tanto tepindro, sirvió de sustitutivo al mp3 y pude al menos reir un rato. Creo que no la volví a ver desde entonces, por otro lado es normal, cada uno lleva su vida y nos movemos por sitios diferentes.
Sol y lluvia, aquel fue el contraste del día. Llegamos al aeropuerto de Bradford, un taxi nos acercó a mi casa y posteriormente a ella a su residencia. Cuando llegué estaba todo más o menos tal y como lo dejé, igual de revuelto el salón, igual de "limpio" el baño y mi habitación intacta.
Se respiraba otro aire en Leeds, era distinto a cualquier otra ciudad que haya visitado, al menos en la zona que habitaba era un ambiente infinitamente más puro y húmedo que el de Murcia.
Saludé a los compañeros de piso excepto a Néstor, el ruso, había desaparecido poco días antes de que me fuera en diciembre, supongo que se fue con la familia que tenía en Londres ya que cuando regresó a mitad de enero no dio explicaciones.
Volví con los tepindros, a Inglaterra y sin duda a mi hábitat natural, el que me había creado en tan solo tres meses y no me sabía nada mal.

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